En Astrología sabemos que existe un vínculo entre el signo
de Tauro y su regente, Venus, y el deseo;
el deseo de reencarnación, los deseos egoístas, la posesividad cuando la
personalidad queda atrapada en el materialismo y no vive con equilibrio y amor
las relaciones quedando atrapada el alma en la pasión, en la ilusión, etc. El deseo
más sublime es alinearse con la Fuente para realizar el Plan Divino, cooperar
con él de acuerdo a las cualidades que traemos para compartir, para dar, así redirigimos nuestros deseos, los
reorientamos positivamente de manera despierta, lúcida en beneficio de la
Unidad, del Todo.
Integración de los
opuestos
Signo y regente, Tauro y Venus, están en relación con la
garganta y con la glándula tiroides.
Decía Eric Rolf, nacido bajo el signo de Sagitario, que “ la tiroides
representa el equilibrio de las
cualidades que has elegido explorar en esta vida y la integración de los opuestos”. Aquí podemos entonces incluir los deseos contradictorios. En todo caso,
esto nos indica que hemos de procurar no
exagerar, conoceremos los extremos, nos moveremos por ellos, nos atraerán –sobre
todo cuando interviene la energía de Urano y Acuario está activo- pero hemos de
procurar integrar. Podemos observar en la Carta la posición de planetas y los aspectos,
qué cualidad tienen esos planetas que se relacionan entre sí, y sobre todo nos
centramos en el aspecto de oposición,
así cómo dónde está Tauro y dónde y con quién está Venus en la Carta Astral, y
qué tránsitos tenemos en Tauro y a Venus, y qué tenemos en Acuario y qué
aspectos y con quién y dónde está Urano. Vamos entonces comprendiéndonos y
comprendiendo qué puede causar el desajuste de la glándula tiroides desde el
conocimiento psicológico de la personalidad.
Experimentamos el deseo como una tensión hacia una meta considerada como fuente de satisfacción. El deseo manifiesta algo que nos falta, una
cosa, alguien, y el sufrimiento que
provoca esta ausencia. El deseo puede provocar sufrimiento. Tengo compañía,
pero deseo soledad; tengo cualidades para cantar como un ángel, pero deseo
poder escribir historias como Andersen; tengo el pelo rubio, pero quiero
tenerlo castaño; tengo una casita linda en la playa, pero deseo tener un gran
chalet en la montaña, y así, un larga lista de acuerdo a los deseos de cada uno.
Y la satisfacción del deseo, aquello que conseguimos, también causa
sufrimiento, una vez que conseguimos lo que deseamos sufrimos, ¿por qué luego
deseamos enseguida otra cosa? Nos decimos: ¿Y ahora qué?.
Aunque también existe el lado positivo del deseo, así que hemos de
relativizar.
La vida del hombre está basada en el deseo, todo lo que
hacemos tiene un fundamento en el deseo.
El deseo es la vida, está en la naturaleza del ser humano.
Forma parte de la esencia humana y sean cuales sean sus consecuencias, nos
permite continuar el vivir.
G. W. F.Hegel decía que es a través del deseo que el hombre
toma conciencia del ser, ya que el hombre, contrariamente a los animales, el
hombre desea para sentir el reconocimiento de su superioridad. Pero sabemos,
deseo y sufrimiento, deseo y angustia. Volvemos otra vez a lo esencial, salir
de los extremos, encontrar el equilibrio. Expresar y sentir profundamente gratitud por lo que tenemos, de aquello que podemos disfrutar, es primordial para no perder la objetividad y mantener interiormente este estado de ecuanimidad, o volver a él si lo perdimos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario