Trabajando y transmutando con la energía de
Urano
Aquello que
amamos, aquello que nos gusta, aquello que nos llena… y de lo que “creemos” y pensamos no poder prescindir, lo que creemos esencial poseer, lo que consideramos que es
esencial disfrutar… pero… que, a la larga, día a día, se convierte en una
carga, se convierte en una prisión para poder seguir avanzando, ensanchando el
horizonte, ampliando conciencia, abrir el corazón, expandirse. Este o estos
aquellos son los que hemos de poner bajo la luz y ser sinceros con nosotros
mismos al respecto. Porque más allá de las apariencias, podemos acoger en
nuestro ser e integrar y disfrutar de otros parajes, otros personajes, otros amigos
y alegrarnos con y aprender con otras experiencias insospechadas, justo hasta
que nos ponemos en camino rumbo a lo desconocido, aunque tal vez soñado y
anhelado.
Hay almas que
nacen con una misión y un trayecto más o menos tranquilo, y existen almas cuyos
destinos son más dinámicos y han de experimentar cambios, no sólo aquellos que
se buscan por ansiedad, por miedos, por deseo de huida, por supuesto, producto de la personalidad. Son los cambios meditados y reflexionados
que uno sabe que le llevan a dar determinados pasos, a hacer elecciones
concretas y salir de la rutina, de lo conocido, de lo familiar. Llega el
momento de reunir coraje, energía y voluntad para hacer el “hatillo” y
emprender el peregrinaje. La verdad, hay una fuerza superior que sostiene y
nutre en estos momentos de cambios drásticos, cambios grandes. Y en estos
momentos rebrotan los amigos del alma, los que están en una vibración afín,
sean o no de la familia, con su corazón abierto, compartiendo, apoyando,
alentando, estando ahí cien por cien, porque quieren, porque así lo escogen, dispuestos a acoger de verdad no sólo por
formulismo. Y la personalidad aprende a no aferrarse, a no exigir verbal o calladamente afecto y apoyo. Lo que ha
de ser es. Los vínculos del alma se establecen sin pasiones perturbadoras, de
manera natural y espontánea.
Uno escucha la
voz durante el tiempo, un tiempo psico emocional de adaptación para el cambio concedido a la personalidad, se nos
muestra “la Tierra
prometida” como un imán irresistible: Dios le dijo a Abraham: “Sal
de tu tierra… a la tierra que te mostraré” (Génesis 12:1).
Desde la
esclavitud hacia la Tierra
prometida. Esta es la llamada interior que hemos de escuchar ¿cuáles de
nuestras elecciones nos están llevando a vivir condicionados en situaciones y
lugares que realmente sabemos que hemos de dejar? Las oportunidades para el
cambio, cuando es conveniente, surgen y se manifiestan, nada es forzado, las
sincronías nos van conduciendo allí donde hemos de estar.
Cuando creemos
haber llegado a un punto concreto que responde a un cierto ideal de nuestra
evolución del momento lo llamamos “tierra prometida”, hemos “aterrizado” y, sin
embargo, nos instalamos en ella y algo no encaja del todo. La personalidad se aferra a su
sueño, a sus visiones, buscamos de nuevo una sensación de seguridad en función de lo externo. Con el tiempo uno
reconoce las señales, el mensaje es el mismo: que hemos de vivir plenamente la vida en el nuevo lugar, pero sin
aferrarnos, en libertad. El alma sabe que hay
otros espacios que deberá visitar, otros lugares que descubrir, otras almas que
encontrar, otras misiones que cumplir. Y la personalidad va comprendiendo, va aceptando, va aprendiendo a ser flexible, va integrándose y
encontrándose más de cerca en la vida cotidiana con sus gentes, los nuevos
amigos, pero sin aferrarse. De nuevo la libertad interior, el proceso de cambio
demanda precisamente esta actitud de mentalidad abierta y corazón comprometido,
saber enraizarse e integrarse pero sin cristalizar rígidamente nuestras raíces llevados por los miedos o angustias existenciales de la personalidad.
Una vez más, lo
básico y esencial, vivir el momento, vivir la vida, cada momento de la vida en
plenitud, con intensidad, tan sólo cada momento, tan sólo cada día, sin
agobios, en la paz, conectados a la
Fuente , escuchándose, permitiéndonos manifestar nuestra
esencia, construyendo juntos la Nueva
Tierra.
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