“Ponme como sello sobre tu corazón, como sello sobre tu
brazo,
porque fuerte como la muerte es el amor. Llévame grabada en tu corazón,
¡llévame grabada en tu brazo!. El amor es inquebrantable como la muerte;
la
pasión, inflexible como el sepulcro.
¡El fuego ardiente del amor es una llama
divina!.”
(Cant. 8,6)
En 1932 se estrenó una película cuyos actores principales
presentan en su carta astral a Venus en un signo de Agua, una película de
apenas 70 minutos que tras 85 años se puede ver en nuestros tiempos y disfrutar
plenamente con ella, al menos los espíritus románticos. Se trata de One
Way Passage (Viaje de ida), protagonizada por la
actriz Kay Francis y por el actor William Powell, está será su sexta y
última película juntos.
Kay Francis presenta en su carta astral a Venus en el romántico
signo de Piscis en trígono con Neptuno, su personaje es una mujer (Joan) que
está gravemente enferma y debe observar estrictamente los consejos que le da su
médico si quiere llegar con vida a un hospital. El Sol está en Capricornio en
cuadratura a Marte y a Júpiter/Luna (conjunción); también la Luna y Júpiter
están en contacto con Plutón, inclinando a llevar todo al extremo en busca de la esencia, de lo absoluto, de la redención, del renacimiento. Poca
importancia puede tener el tiempo si no se puede vivir intensamente el amor.
Viaja a bordo de un barco (el mar es un elemento neptuniano) hasta San
Francisco donde será ingresada en el hospital. William Powell, con Venus en el
signo de Cáncer, Sol en Leo, la Luna en Libra en
cuadratura con Venus y en trígono con Neptuno/Plutón (conjunción) interpreta el papel
de un hombre (Dan) acusado de asesinato y condenado a muerte.
Los personajes se conocen “casualmente” en un bar, copa en
mano, otro elemento neptuniano, y se volverán a reencontrar a bordo del transatlántico para prometerse a lo largo de las aguas que recorren amor eterno. Ambos tienen la oportunidad de “escapar” a la
muerte física, ella siguiendo cautelosamente una vida de retiro, inmovilidad, sosiego,
y él tendrá ayudas de sobra para poder fugarse y quedar libre, pero la llamada
del sublime amor les ofrece a sus vidas eternas otras posibilidades de libertad y
alegría.
¡Un brindis por el amor!: Hello Dan!, Hello Joan!
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