Algunos
de los que hemos visto la película Amélie
hemos quedado encantados. Sabemos que hay en el
mundo, a nuestro alrededor, personas que encarnan a ese personaje que se
dedica en la vida cotidiana a introducir magia, a facilitar los deseos y los
sueños de las personas que le rodean, con quienes convive o, de alguna manera algunos
con quienes tiene relación en la vida de todos los días. Hay personas a quienes
les parece imposible que eso ocurra en la realidad, opinan que todo eso es una
fantasía, que la realidad es dura, que todo es prosaico, árido, feo. Pero lo
cierto es que sí existen personajes que a modo de hada madrina aportan con su
amor, presencia y dedicación a nuestras vidas los regalos más maravillosos en
el momento más adecuado.
Estos
días una buena amiga mía me contó una experiencia, llamémosla experiencia
Amélie, en realidad es una experiencia de amor y de amistad incondicional, que quiero compartir. Y os
animo a compartir las vuestras, creo que podemos crear con historias reales una
energía que nos conecte con la Belleza y el Amor que hay en el mundo, en
nuestro interior, y que se derrama a través de tantos corazones generosos e
idealistas.
Para
quienes no conviven con mascotas y no se ocupan y se relacionan con un
animalito, o animalitos, en particular, tal vez esta anécdota les diga poco.
Porque este es el tema.
Resumo lo que escuché de labios de mi amiga:
“Un
día conocí a una mujer que tenía periquitos en su casa, una linda parejita de
periquitos. Uno de ellos (nota: las razones no voy a contarlas en este momento)
un día me fue entregado para seguir cuidándolo con dedicación y cariño, se
llamaba Amélie-Amelina. Lo que yo no sabía es que su dueña encarnaba a este
personaje que se ha convertido en popularmente cinematográfico.
Yo
convivo con canarios y periquitos, así que otro periquito más aumentaba la
familia añadiendo un nuevo toque de color, una cotorrita más alegra siempre la
casa. Pero el otro día ocurrió un percance, a un canarito de los recién
llegados este año, en junio para ser exactos, y que tiene tan sólo un mes y medio resultó herido en una patita,
en los dedos delanteros. Son accidentes. Pues mi amiga, la llamo Amélie como a la periquita que me regaló, corrió y le faltó tiempo para ir a pedirme cita en la
clínica veterinaria, yo estaba bastante conmocionada, emocionalmente desbordada
por una mezcla de culpa y de dolor al ver la herida de mi pajarito empeorar.
Por tres veces nos ha llevado a la clínica en su coche, se quiso ocupar de los
gastos que ha ocasionado ingresar al canario para que recibiera los cuidados pertinentes,
con todo su cariño y desinteresadamente.
Pero
además, esta buena mujer (nota: la auténtica y real Amélie de nuestra historia) está ocupándose de muchas otras pequeñas obras
maravillosas, pequeñas obras, pequeños detalles de la vida de todos los días. Por ejemplo, adoptó a un perro que se encontró abandonado el año pasado durante sus
vacaciones de verano. Saca a pasear y se ocupa del perro de una compañera de
parque (nota: cuando se saca al perro se hacen amistades también con otras personas y
perros/as) pues la dueña está siendo atendida por problemas de salud. Y no
creáis que sólo piense en ayudar a los animalitos. También participa en una ONG
que recauda fondos para enviar ayuda a un centro de acogida de niños con SIDA. Me
consta que ha acompañado a varias personas en sus estancias en el hospital por
problemas graves de salud. Y, seguramente más cosas, que sé y otras que desconozco aún, y que por modestia
y humildad vive sin pregonar.”
Pues
esto es lo que me contó mi buena amiga entre algún sollozo emocionado debido a
la intensidad de su experiencia.
Como
veis, es una interesante historia de solidaridad a tener muy en cuenta por los
que vivimos en estas grandes ciudades en las que parece que “cada uno va a lo
suyo”. Pero no, depende de cada uno de nosotros convertir, colaborando en la
medida que podamos, cada día nuestro aquí y ahora en un lugar maravilloso, el
entorno donde habitamos podemos siempre mejorarlo con nuestra participación. Y, como esta amiga tengo otras que me cuentan otras historias también de ayuda,
podría relataros varias, todas ellas reales, todas ellas vividas en la
sencillez. Para que no se pregone y se repita tan sólo lo negativo. Hay muchos
pequeños actos de amor protagonizados a lo largo de los días del año por
personas anónimas que convierten la vida y la existencia en un lugar donde dar
gracias. Ellos son nuestro ejemplo y nuestra motivación. Podemos elegir, vivir
aislados o abrirnos al entorno y convertirnos también en personas que aportan
un toque mágico que siempre nos lleva a saborear la existencia como realmente “humana”
porque de esto se trata, de permitir manifestarse en nuestra persona, a nuestra
personalidad, nuestra esencia de Ser Humano. ¡No lo olvidemos! Todos podemos
aportar magia, y de verdad, que esta magia perdura en la eternidad, ¿no sabéis
que hay un lugar etéreo donde en un inmenso libro se escriben con letras de oro
bañadas en arco iris refulgente todos los actos de amor de cada ser humano? Y
los ángeles y los seres elementales tienen acceso a él para inspirarse y recrearse
antes de venir a nuestro planeta a apoyarnos y cuidarnos.
Cada
uno de nosotros podemos ser, permitiendo a nuestro corazón expandirse, un ser
especialmente mágico. Como decía la canción “lo que el mundo necesita es amor”,
y como dijo alguien posteriormente “amor en acción”.