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17 febrero 2012

Aprendizaje personal: mensajes de esperanza en momentos difíciles y de crisis

¿Queremos de verdad ser místicos y vivir iluminados pero con los pies en la tierra?

Aprovechando que hoy está la Luna transitando por Capricornio y muy cerca de Plutón, hacia quien se dirige, y teniendo en cuenta la reciente entrada de Neptuno en Piscis me dejo invitar por estas energías tan profundas, serias, psíquicas, transformadoras, transcendentales a estas reflexiones.



Caminamos cada día entusiasmados y dispuestos a enarbolar una vez más la bandera del Amor, de la Paz, de la Alegría y de la Libertad. Al amanecer hacemos nuestra conexión, nuestra meditación, nuestra recarga energética, nuestras afirmaciones, en fin, nuestro pequeño o gran ritual espiritual personal. Y salimos a la calle, salimos al encuentro con los demás. La escuela de la Vida en donde percibimos la realidad tan sólo a través de nuestros filtros de percepción. A veces no tarda uno en darse el primer tropezón, alguien que nos llama o con quien nos encontramos nos saca de nuestras casillas y nos encolerizamos, nuestra rabia y nuestra ira reprimida, vieja ya y antigua, aprovecha para expresarse y encontrar una salida. Hoy contaba una vecina mía del barrio, anciana señora, que ayer al salir de la puerta de su casa, en las mismas escaleras de  su portal, la agredieron robándola incluyendo un tirón de la cadena que llevaba al cuello haciéndola por momentos perder el equilibrio y sentir mareos. Todavía hoy está afectada por la experiencia que vivió ayer y que le ha dejado secuelas en su cuerpo temblándole las piernas al volver hoy a salir de su casa, sospechando que alguien escondido vuelve a ir de repente contra ella. Inevitablemente cuando uno es testigo de una injusticia, cuando uno es blanco de una injusticia, cuando llega el dolor causado por otro ser humano y toca todos esos resortes que llevamos dentro pendientes de arreglo y sanación, los deseos de venganza pueden ser los primeros en querer llevar la iniciativa. Devolver el palo, ojo por ojo, jugar a ser dios, ya sea con la palabra, el deseo o la acción pero deseamos ejecutar la sentencia que nuestro implacable juez interno emite. Estamos así proyectando la causa de nuestro sufrimiento hacia fuera.



Si somos sanadores ayudamos por vocación, por un impulso interno de bondad y compasión, no podemos dejarnos llevar por la emoción y ahogarnos en lo sentimientos, no podemos entrar en “estado de víctima” porque nos hace sentirnos frustrados y sin poder, y ello nos lleva a encarnar el rol de “verdugo”, como vemos una dinámica muy destructiva. Son momentos en los que uno toma conciencia de que si queremos que el mundo cambie, si queremos que cada vez el mundo sea más bello, que haya más armonía y amor en la relación entre personas no podemos contribuir añadiendo oscuridad. Nosotros somos responsables y podemos cambiar, podemos hacer, podemos contribuir y colaborar para que las cosas cambien. Somos dueños de nuestro destino. Una vez más hemos de centrarnos en nuestro corazón, en la luz que brota de él porque es la Sede del Amor Incondicional Divino y conectarnos con esta Fuente para poner luz en el mundo, en las mentes de las personas que aún actúan con formas y maneras agresivas faltando al respeto, a la libertad y a la integridad de otros seres humanos, porque la suya, su dignidad humana, quedó también relegada en un rincón hace ya mucho tiempo.



Añadamos Luz, Amor, Compasión, es difícil, lo sabemos por experiencia cuando estamos en estado de enfurecimiento, pero sólo volviendo a nuestro corazón y conectando con su luz verde y rosa, calmándonos, respirando tranquilamente, inspirando paz y amor, expulsando ira y rabia, reconectando con la columna de luz que nos lleva hasta la Fuente Divina podremos avanzar y colaborar para que este mundo, para que las relaciones entre personas puedan ser de Fraternidad, para que mi mundo, tu pequeño mundo sea más agradable cada día en la vida ordinaria. Bastará con la intención, con el deseo de dirigir nuestra voluntad haciendo uso de nuestra libertad hacia el propósito de religar la conciencia de “mi hermano” con la “Conciencia Divina”, una vez que yo mismos he realizado este sencillo ejercicio, y desde ahí pueda su corazón irse abriendo a la Vida, a la verdadera Vida. Merece la pena que entre todos sigamos con nuestro empeño de contribuir a un mundo mejor.



Merece la pena hacer el esfuerzo y subir un escalón más, salir de la onda de la ira, que crea una atmósfera de odio y me lleva a impulsos de agresión. Subamos y superemos el orgullo de sentirnos mejores y por tanto aparecer con un comportamiento engreído y de desprecio por esos otros inferiores o peores que yo. Subamos y habremos conquistado una mayor dosis de coraje, ver las cosas como son, y esto nos hará alcanzar un estado nuevo de neutralidad, de confianza, por tanto de liberación.  Y así, con una voluntad enfocada en el optimismo, podremos lograr que nuestra intención alcance la aceptación que trae el perdón y, por tanto, conseguimos rozar la trascendencia, entrar en el Logos Divino y de ahí sólo hay un saltito hasta el Amor Infinito, y de ahí ya será fácil volver a sentir la alegría, la serenidad, la paz, el éxtasis, la iluminación, ¡la conciencia pura! Entrar en estado de “Ser”. El reto, el desafío: ¡Merece la pena! Si me sano puedo convertirme en sanador. El que sana, puede convertirse en sanador.

La clave de la Alegría es la amabilidad incondicional: la compasión hacia todas las formas de vida, incluyendo la propia.


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