Pasaron ya
catorce años, probablemente incluso algo más, desde que conocí a mi amiga Down.
Por aquel entonces, todos éramos más jóvenes, y por supuesto ella también. A lo
largo de todos estos meses hemos ido creciendo juntas, cada una de nosotras con
sus experiencias particulares debido a condiciones y circunstancias del camino
de nuestra vida. Mi amistad con ella ha sido desde el principio de corazón a
corazón. Por aquel entonces, yo me preguntaba cómo debía y como tenía que ser con
ella, de qué hablar, cómo tratarla, qué hacer juntas… Cuántos interrogantes de
adulto cuando todo iba a ser tan sencillo con ella. Tan sencillo como permitir
a nuestros corazones encontrarse, sin condiciones, sin obligaciones, sin ningún
tipo de aprendizaje previo, sin necesidad de leer ningún libro ni de instruirme
para “saber” cómo relacionarme con ella.
Este año en agosto mi amiga Down ha contribuido, una vez más, tan sólo estando a mi lado a regenerarme.
Ayer me desperté
y recordaba su sonrisa sincera y pura llena de amor y de alegría, sus ojillos
vivarachos llenos de chispa, sus caricias con su manita pequeña y gordita, sus
juegos, toda esa luz que emana su ser y su cuerpito -por cierto, un poco más
grande que el mío, con lo cual sus abrazos son gloriosos y reconfortantes. Recordaba
cómo el otro día me dejó dormir la siesta a su lado mientras ella jugaba
silenciosamente a mi lado, velando mi sueño. No os vayáis a creer que es
chiquitina. Ella “sabe” cuándo estoy cansada, nerviosa, preocupada. Sabe y está
a mi lado. Mi amiga Down es un arco iris en mi vida, cada color que irradia
cuando estoy con ella o cuando la recuerdo en la distancia tiene la capacidad
de sanarme, de relajarme, de recordarme que vivir con sencillez y sinceridad es
siempre posible. Ayer me desperté y di gracias a Dios por existir, por la vida,
por crearme, por su generosidad. Le di gracias a Dios por amiga Down y a mi
amiga Down por su amistad. Sí, desde mi Nodo Sur en Escorpio me anclé con gozo
en mi Nodo Norte Tauro y di gracias a Dios por existir, por la vida que me ha
regalado porque puedo experimentar la dulzura y la fuerza de mi amiga Down, ser
transportada por el canto y el color de las aves, por el perfume de las flores,
por la fragancia de la hierba recién mojada o cortada, arrullada por el
murmullo del río, purificada por el agua de la lluvia o despertada por las olas
que llegan hasta la playa, calentada por los rayos del Sol o refrescada por la
brisa de la montaña.
Con su Quirón en
Géminis aún está “abierta a las fuentes transpersonales favoreciendo la
creatividad y la sanación” (Melanie Reinhart, Quirón).
Mi amiga Down favorece
mi reconexión con la Fuente ,
ella sabe lo que necesito en cada momento, sin palabras que a veces pueden
confundir, es una comunicación directa, de alma a alma. Y le doy gracias por
existir, por ser el centro en las reuniones que favorece y facilitar la armonía
y la alegría en los encuentros. Su misión es magnífica, su misión es sublime,
su misión… le doy gracias por su misión entre nosotros.
Si me asomo a su
carta astral, a la posición de sus planetas el día que nació, me asombro una
vez más por la sincronicidad. Observo a su Sol, Venus, Mercurio y Marte en mi
casa IX de tal forma alineados que se relacionan con algunos de mis planetas,
por cercanía y por oposición activando a su vez mi casa III. La espina dorsal
de mis casa III y IX, el eje Piscis-Virgo queda activado, la Cometa puede volar. Bailan
juntos con mi Mercurio, mi Venus, mi Saturno, mi Quirón, mi Urano y mi Plutón.
Resuena también su Quirón en Géminis con mi Quirón en la casa III. Pero todos
estos aspectos técnicos los observo ahora, tantos años después. Lo importante
es mi vivencia de corazones, nuestra comunión de almas. Lo que cuenta es mi
agradecimiento a su misión voluntaria de venir con nosotros y acompañarme en mi
camino personal. Todo está organizado por la Divina Presencia para ser
perfecto, esto es lo que cuenta, que todo es perfecto, que todo tiene un
sentido en el Plan Divino.
En nuestras sociedades
aún priman valores educacionales que nos orientan hacia lo práctico, hacia los
convencionalismos, a vivir en las apariencias, a vivir ocultos detrás de
máscaras en nuestros encuentros. Nos ocultamos por diversas razones, para
complacer y que nos amen, para manipular debido a complejos de superioridad o
de inferioridad, por miedos muy variados. ¿Quién somos? ¿Quién soy?
Mi amiga Down,
sencilla y simplemente, “ES”.
Cada alma
encarnada en un individuo denominado por la sociedad “Down”, autista o que
encaja en una terminología que abarca “lo fuera de lo normal”, todos esos
apartados creados para clasificar a una persona según sea su deficiencia o su
grado de discapacidad, trae una misión concreta como ser humano al llegar a
nuestro bello planeta Tierra. Por supuesto, su misión no será conseguir una
brillante carrera, un título pomposo o una fortuna de escándalo para envidia
del resto de los mortales. Nada que ver con el poder ni la gloria.
Sabemos que, más
allá de la analítica, de la razón, de los conceptos que clasifican, está el
alma. Cada alma trae una misión concreta con su entorno familiar y social, y
perteneciendo a un grupo de almas con una misión universal, galáctica, dentro
del plan divino. Escuchemos y observemos, sintamos con los ojos, los oídos y la
piel de nuestros corazones, que despierte nuestra alma dormida de aburrimiento
y embotada por el zumbido de nuestros pensamientos grises.
Todo lo que nos
tienen que aportar estas almas especiales con las que nos vamos encontrando a
lo largo de nuestra vida (y no sólo humanas, tengamos también presentes las
almas de nuestras mascotas, ya sean pájaros, perros, conejillos o gatos, por
ejemplo) es de una importancia sublime. Sepamos agradecer su servicio y
ofrezcámosles también una acogida en el día a día que les facilite su trabajo
con nosotros, recibamos sus rayos sanadores; a cambio, a cambio sólo esperan
encontrar corazones receptivos. Y a veces, ni eso, porque yo he visto
“trabajar” a mi amiga Down cuando a “nuestros ojos” alguien no la quería como
se merece, como ser humano, como niña, como mujer, como persona. Y aún así,
ella estaba ahí, para el otro, y para que los que miramos y pensamos con normalidad
y racionalmente nos asombremos porque, a pesar de todo, sigue ahí, dispuesta a
ayudar al otro a evolucionar, a expandir conciencia, a “despertar” su corazón
para que siga la guía del alma. Al fin y al cabo mi amiga Down tiene a Quirón
en Géminis y su “mente funciona de una
manera intuitiva o asociativa; es lo que se suele llamar una mente “primitiva”,
que tiende a ver la totalidad de la imagen más bien que las partes” (Melanie
Reinhart, Quirón). Con su sabiduría innata nos enseña y recuerda, apoyada por
su Quirón sextil Júpiter, la lección del Amor Incondicional, del Amor que
rescata, del Buen Pastor que no sólo se ocupa de las ovejas del rebaño, sino
que se desvive por las que se han perdido y quedan a merced de los lobos y los depredadores.
Observemos cómo se comportan muchos de ellos sin prejuicios y sin juicios con
aquellos a quienes juzgamos y criticamos desde nuestra racionalidad y
conocimiento porque nos consideramos “normales” y “lúcidos”.
Permitamos,
gracias a su misión, cuestionarnos por qué rechazamos a unos u a otros cuando
ellos los acogen con naturalidad y sufren si no se les acepta y trata
adecuadamente, cuando menos, con educación y respeto. Porque en realidad, mi
amiga Down, mi sabia amiga Down, me ha enseñado todo esto, a integrar todo.
Tolerar, porque somos una unidad y en muchas ocasiones proyectamos en otros
nuestras propias sombras, nuestros miedos, nuestras expectativas. Mi amiga Down
rompe todos los esquemas convencionales para recordarme que sólo importa lo
auténtico, lo espontáneo, lo verdadero. Que no podemos acercarnos unos a otros
desde una mente llena de ruido y respondiendo desde el trauma, menos aún desde
el miedo. Mi amiga Down me recuerda con su entrega que hemos de dedicar tiempo
a encontrar en nuestro camino la calma y la serenidad para saber qué está
ocurriendo en nuestro interior que ha de ser transformado, transmutado,
liberado, sanado. Y todo ello siempre, siempre, desde un encuentro de corazón a
corazón, de esencia, entre almas, más allá de la lógica y la racionalidad.
Una vez más, mi
amiga Down me recuerda que la sabiduría es locura para algunos, y que la locura
es sabiduría para otros. O tal vez “La Sabiduría de Dios es locura para el mundo”. Y la
clave para salir de esta prisión absurda es la tolerancia, el amor, la
autenticidad, conseguir desarrollar nuestra sublime misión: “ser humano”.
¡Gracias, amiga
Down, por acompañarme en mi camino!
¡Qué artículo más hermoso, María José! Describe con emoción y lucidez la suerte que se tiene al encontrarse con estas almas puras y lo mucho que se puede aprender de ellas.
ResponderEliminarMil gracias por compartirlo!!! No dejes de escribir cosas bonitas. Hacen tanta falta...
Besos
Doy fe, Mª José; son los seres más maravillosos del planeta. Libres de prejuicios, de palabras hirientes, de sutilezas sin sentido. Y sobre todo, y lo más importante, que al ser tan puros y cristalinos jamás van a proyectar sobre ti sus 'sombras'. Lo más maravilloso de todo es su aceptación incondicional, pase lo que pase y caiga quien caiga. En ese sentido, salvando las distancias por supuesto, están muy cerca de ese amor puro y fiel que te dan los animales. He tenido la suerte de conocer también a tu amiga ;) y por mis circunstancias profesionales también he trabajado con ellos. Son muy, muy especiales...
ResponderEliminarBesos.
Claro que sí, ¡Mar! Ellos son nuestros maestros al enseñarnos también, desde su pureza, a no prestar atención tampoco a esas palabras "complejas" y proyecciones. Ellos están en su "centro" donde todo es luz. También han de superar ciertas dificultades en su interacción con el entorno y compañeros, también experimentan como almitas por este planeta algunas penitas. Ellos siguen su proceso de evolución, son faros que merecen todo nuestro apoyo, comprensión y amor y así nos muestran el camino para seguir su ejemplo de amor incondicional.
ResponderEliminar¡Un abrazo cariñoso!